dijous, 21 de gener del 2010

EL MECANISME DE LA FELICITAT

El mecanismo de la felicidad. La máxima incógnita. La fórmula enigmática. El clímax de la vida.
Una humilde persona como yo, no debiera atreverse a recapacitar y formular un escrito sobre este tema. Es temerario, es prepotente, es zambullirme en aguas pantanosas. No obstante, hoy me permitiré tal capricho.

En mi búsqueda sobre los secretos de la felicidad, he encontrado poco más que contradicciones. Primero pensé que el mecanismo de la felicidad era algo puramente individualista, que consistía en el propio camino de cada uno, un camino que estaba, de alguna manera, ya prescrito. Hablo de mi creencia sobre este "destino vital", una tendencia innata para cada uno, diferente entre todos nosotros, y hecha a nuestra medida.
En mis vagos intentos de filosofar concluí que sólo el alcance de esta tendencia nos podría producir la paz interior necesaria para crear nuestra felicidad. Y no con esto quiero decir que el destino sea algo extrínseco incontrolable por nosotros ni que estubiésemos exentos de cualquier responsabilidad. Bien al contrario! Nuestra gran responsabilidad era no desviarnos, y tratar de respetar nuestro fin, aquello por y para lo cual existimos. Pensé que muchas personas no eran felices por el hecho de querer, covardemente, seguir los pasos de la mayoría, sin preguntarse si ellos estaban prehechos para algo totalmente distinto.

Y me centré en esta "paz interior" que proporcionaba la tan ansiada SEGURIDAD en uno mismo, para acabar convirtiendo a cada uno en su propio Dios.

Tal búsequeda desenfrenada me llevó a una sensación totalmente distinta a la felicidad. Entonces descubrí, entre tinieblas, mi profunda soledad. La individualidad era para mi tan necesaria como peligrosa. La soledad me acechaba, haciéndome perder la poca cordura que yo haya tenido jamás, y mi vida se volvía aún más quebradiza. Y sin quererlo, empezé a sobreanalizarlo todo, llevándome al temible bucle de "todo lo que me rodea es escoria". Y alguien muy sabio me dijo, que si analizaba las cosas tan exhaustivamente, encontraría que todo, en el fondo, era mierda, y así nunca podría ser feliz.
Pero el negarme mi capacidad de análisis, me impedía reflexionar, me impedía seguir madurando. Pero arduamente lo intenté, y descubrí, que sin tal madurez, resurgía mi niñez interior, y con ella, mis ilusiones, las ilusiones de una niña que quizás creció demasiado deprisa. Así que busqué un término medio a mis reflexiones, combinándolas con infantilidad, y salió una mezcla provechosa, que me permitió fluir. Y aquí empezó la clave. "to flow". Una nueva forma de vivir la felicidad basada en poner la atención en tareas que nos absorben completamente, produciéndonos placer y disfrute. To flow es no estar nunca pendiente de nuestro estado interno, no saber, por lo tanto, si se es o no feliz. To flow es serlo. Y vi que para ello necesitaba de la ayuda de muchos otros, que quizás no seguían mi camino, pero todos tenían uno y muchos de ellos lo estaban alcanzando. Seleccioné lo mejor de cada persona, y me di cuenta, que con ellos, la triste soledad se esfumaba, y la felicidad no tenía lugar para ser pensada ni reflexionada. La felicidad era la cosa más abstracta de mi vida, porque no daba señales, solamente era.
Y cuando era, era compartida. Y cuando la pensaba, se desvanecía.

Gracias a todos aquellos con los que he podido conversar y llegar a poder opinar sobre la felicidad. Porque esto significa que con vosotros, de alguna forma y aunque fugazmente, la he encontrado: N, B, R, M, E (...)

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